Pedro
Velarde y Santillán nació en Muriedas, en el Valle de Camargo (Cantabria),
en la casona-palacio de los Velarde.
El 16 de
octubre de 1.793, a los 14 años,
ingresó como cadete en el Real Colegio de Artillería de Segovia.
Terminó sus estudios como número 2 de su promoción y recibió un ascenso al
grado de subteniente el 11 de enero de 1.799.
En 1.801 fue destinado al ejército que operaba
en Portugal. El 12 de julio de 1.802 ascendió al grado de teniente y el 6 de abril de 1.804 al de capitán. El 1 de agosto de ese mismo año entró como profesor
de la Academia en la que había estudiado. Era un auténtico experto en la
medición de la velocidad de los proyectiles.
Permaneció como profesor hasta el 1 de agosto de 1.806, fecha en la que,
con sólo 27 años, es nombrado ayudante de Godoy, Generalísimo y Príncipe de la
Paz, y llega destinado a Madrid. Además, como oficial del Estado Mayor de
Artillería, ocupa la importante vacante de secretario de la Junta Superior
Económica del Arma, puesto que le proporciona información privilegiada sobre
los recursos y la organización militar de España.
Cuando
Murat, el Gran Duque de Berg, llega a Castilla, Godoy le envía a su encuentro
con la velada misión de explorar las verdaderas intenciones del francés. Masón
e ilustrado, como su compañero Daoíz, siente una viva simpatía por el Emperador
francés, a quien considera el gran valedor de la libertad y la independencia de
los hombres y un genio de la guerra.
Sus
grandes cualidades personales y su puesto como secretario de la Junta, no pasan
desapercibidas a Murat, que intenta atraerlo a su bando. Para ello se vale de
un edecán del general de la artillería francesa, La-Riboisière, a través del
cual le invita varias veces a su mesa. Velarde acepta en dos ocasiones, pero
elude firmemente todas las propuestas que se le hacen para pasar al servicio de
Napoleón, arguyendo que "no podía separarse del servicio de España sin la
voluntad expresa del rey, de su cuerpo y de sus padres".
Levantamiento del 2 de mayo
Tras
el fracaso de su plan de levantamiento general urdido con Luis
Daoíz, ya en 1808, Velarde siguió en
su destino hasta que, a media mañana del
2 de mayo de 1808, Velarde, conmocionado al enterarse de los sucesos ocurridos
en el
Palacio
Real, se levanta enfervorecido de su mesa gritando: “Es preciso batirnos; es
preciso morir; vamos a batirnos con los franceses” y se dirige al cuartel del
Regimiento de Infantería de Voluntarios del Estado, en la calle Ancha de San
Bernardo. Allí, con el pretexto de contener al gentío que se agolpa en las
puertas del Parque de Artillería pidiendo armas, logra convencer al coronel de
que le deje una compañía, entre cuyos subalternos se encuentra el teniente
Jacinto
Ruiz.
Se dirigió al Parque de Artillería de Monteleón, en el que
desarmó a la guardia francesa que vigilaba que los españoles no
fabricaran más munición de la normal, convenció a Daoíz de que era necesario
dar armas al pueblo y entre ambos prepararon la defensa del cuartel. Durante la
defensa del Parque, actuando a las órdenes de Daoíz como su segundo, prodiga
sus conocimientos tácticos y actúa con absoluto desprecio de su vida en todos
los sangrientos combates.
En
la última oleada enemiga, ya habiendo caído Daoíz, cruzando el patio por una
zona batida por el fuego de fusilería de la Guardia Noble polaca, recibe un
balazo en el pecho que le atraviesa el corazón. Velarde muere casi
instantáneamente. Su cuerpo, profanado después por la soldadesca francesa,
codiciosa del buen paño de su casaca verde del Estado Mayor de Artillería, es
encontrado semidesnudo entre los demás cadáveres. Envuelto en una tienda de
campaña, será conducido al anochecer a la parroquia de San Martín y amortajado
con un hábito franciscano de limosna, prestado por un caritativo desconocido.
Velarde
fue enterrado en la iglesia de San Martín esa misma noche junto a Daoíz y otros
soldados españoles.
El 2 de mayo de 1814, sus restos fueron
trasladados, junto con los de Luis
Daoíz, a la colegiata de San Isidro el Real como
homenaje a su sacrificio. Hoy reposan en el cenotafio que
en su honor se erigió en 1840 en el Monumento a los héroes del
Dos de Mayo del Paseo
del Prado de Madrid.
Los
dos leones de bronce que
adornan la entrada principal del Congreso de los Diputados en Madrid,
fundidos en la Real Fábrica
de Artillería de Sevilla, reciben los nombres de "Daoíz
y Velarde" en honor a ambos militares españoles. Asimismo, cabe
destacar, el monumento que en recuerdo de los dos principales baluartes de la
resistencia del 2 de mayo se levantó en la plaza de acceso al Alcázar de Segovia.